Ervyn Norza Céspedes**
Elba Lucia Granados León***
Giovanni Torres Guzmán****
Vanesa Sarmiento Dussán*****
Dayana Fonseca Hernández******
https://revistas.unal.edu.co/index.php/anpol/article/download/45614/47028?inline=1
La criminogénesis y criminodinámica analizada hasta aquí en los desastres naturales, tienen una explicación desde las teorías criminológicas, las cuales responden el por qué se llega a cometer un delito. La criminología ha sido la encargada de explicar la etiología del delito, por lo que ha elaborado una serie de teorías. Enseguida, se exponen solo algunas teorías o hipótesis que se ajustan al caso de la posible criminalidad derivada de los desastres naturales y desde la perspectiva de estas teorías, la delincuencia se considera el resultado de la estructura y el funcionamiento social.
El primer grupo explica el delito a partir de las influencias sociales. Dentro de estas explicaciones se retoma la teoría de desorganización social, la cual «considera al delito como consecuencia de la falta de una organización adecuada de la sociedad, e implica que si esta estuviera mejor organizada el delito disminuiría; y si lo fuera de forma prefecta dejaría de existir» (López-Rey, 1975, p.90).
Por su parte, la Escuela de Chicago habla de patologías sociales como resultado de una fragmentación y una notable desorganización en un sistema social, involucrando los ámbitos policiales y gubernamentales. Desde su perspectiva el desorden social en conjunto con la falta de control social por parte de las autoridades competentes, darían paso a la generación de la delincuencia y su desarrollo expansionista (Trasher, 1983, citado en Kazyrytzki, 2008). En ese sentido, ante un desastre natural se presentan ambos factores, se genera desorden social y poco control social de los encargados de la persecución del delito, por lo que controlar la criminalidad y determinar conductas delictivas requiere atención.
A este respecto, la Teoría de Control Social retomada por algunos autores como Garrido, Stangeland y Redondo (2001), propone tres categorías de controles capaces de prevenir el comportamiento delictivo: a) los controles directos, que involucran los refuerzos o castigos impartidos desde la crianza del infante, es decir, aquellos aportados por sus padres; b) los controles indirectos, que involucran los pensamientos que generan otras personas a las que un joven se halla involucrado emocionalmente y que inhiben la conducta delictiva; c) los controles internos, procedentes de la propia conciencia o sentimientos de culpa generados por la persona.
Frente al nivel de vulnerabilidad y desorden que se presenta en los territorios afectados por un desastre natural, se encuentra la Teoría de la Anomia planteada por Durkheim (1895) (citado en Merton 1973), entendiendo la anomia como el estado de desorientación, alienación y ausencia de normas en la que se verían envueltos la sociedad y los individuos, que produce una provocación y da lugar a comportamientos absurdos en situaciones extremas. Según la teoría, la sociedad mediante el establecimiento de normas, es la encargada de integrar a los individuos que la forman y de regular sus conductas. Si éstas no se cumplen, la sociedad pierde el orden estable lo que dificulta desarrollarse plenamente. En una sociedad en donde no se determine una clara regulación de normas, se ha de esperar que tenga cabida para la comisión del crimen. Si no existen dichas regulaciones los individuos no podrían controlar sus apetitos. Para Merton (1973) la conducta «desviada» es una reacción normal o un modo de adaptación a las contradicciones de la estructura social, las cuales ejercen a la presión que ejercen sobre sus miembros para adoptar determinados comportamientos.
En el análisis entre Durkheim y Merton discrepan en algunos aspectos. Según Huertas-Díaz (2010) para Durkheim la anomia era una situación de crisis transitoria, debido a un acelerado y desorganizado cambio social impuesto por la industrialización, mientras que la anomia para Merton era una disfunción estructural endémica, crónica estable inherente a cierto modo de la sociedad, haciendo énfasis a la norteamericana, cuyas contradicciones inciden de modo desigual en los diversos grupos sociales, afectando con particular intensidad a las clases bajas. A su juicio, se ven mucho más presionados que los demás a cometer delitos para la obtención de una meta codiciada, aquellos a quienes la sociedad no ofrece oportunidades para acceder a niveles de bienestar deseados.
En el caso de los desastres naturales, la desorganización social que se genera junto con la deficiencia en la vigilancia o control social dificulta la regulación de normas, y por tanto la probabilidad de que ocurra un evento criminal aumenta.
Hikal (2009) identifica diferentes factores de riesgo criminógenos que implican una gama de situaciones que interactúan en los individuos. Según el autor, el medio es un componente físico exógeno que incide en la criminalidad, el cual comprende al ambiente natural (clima, lluvia, calor, frío, humedad, etc.) y los ambientes artificiales formados por el ser humano (el barrio, la vivienda, los medios de comunicación, etc.), los cuales son estímulos constantes con el que el sujeto interactúa continuamente y que influyen en el desarrollo de una conducta delictiva. En su planteamiento referente a los componentes exógenos del crimen menciona una política criminológica ambiental, retomando a Skinner para proponer que la conducta humana puede ser dirigida, sin tratar de influir en la mente ni de cambiar la personalidad, sino cambiando el medio.
Otro grupo de teorías plantean el delito como elección. La primera es la de Razonamiento Criminal de Cornish y Clarke (1986) y la Teoría Residencial del Delito de Wilson y Herrnstein (1885), las cuales consideran una toma de decisiones o elección racional previa a la comisión del delito y si las ganancias que pueden adquirir superan las pérdidas que puedan sufrir. Es decir, cuando se presenta una oportunidad y se evalúa como favorable, una persona puede aprovecharla para cometer un delito (Garrido & López, 1995).
Por otro lado, la Teoría de la Elección Racional del crimen, postulada por Clarke (1992) (citado en Macarena Rau, 2003) para su formulación en Chile sobre los espacios seguros y la prevención del crimen mediante el diseño ambiental (CPTED o Crime Prevention Through Enviromental Design), la cual enfatiza en la racionalidad y el proceso voluntario de pensamiento llevado a cabo por personas que cometen crímenes. Esta teoría habla del proceso de toma de decisiones en el que la elección, vinculada o no a aspectos delictivos, se llevaría a cabo fundamentada en una ponderación del peso relativo entre el riesgo percibido, y el esfuerzo de obtener la relativa ganancia. De esta forma, el agresor es visto como un tomador de decisiones, quien cuidadosamente calcula las ventajas y desventajas asociadas con ciertas actividades (Macarena Rau, 2003). Según esta teoría la tensión generada por las necesidades no satisfechas no es el único factor que promueve conductas delictivas, la elección racional interviene en el momento de decidir si se accede al objetivo que se tiene por medio de una conducta socialmente aceptada o mediante el delito.
Existe un grupo de teorías consideradas integradoras, como la teoría de las Actividades Rutinarias o de la Oportunidad expuesta por Cohen y Felson (1979) y Garrido et al. (2001) la cual plantea que los delitos aumentan en razón a tres factores: delincuentes motivados, víctimas apropiadas y ausencias de protectores eficaces o elementos disuasorios; y cuando estos elementos coinciden en un mismo espacio y tiempo existe mayor probabilidad de ocurrencia de un evento criminal. En una situación de desastre un individuo puede estar motivado por la búsqueda de satisfacción de sus necesidades, hay ausencia de normas y control social en un mismo espacio y tiempo, lo cual facilita la conducta desviada o criminal.
Se puede afirmar que el ambiente físico genera oportunidades para determinados comportamientos. Garrido y López (1995) establecen que la ecología social, es decir los factores sociodemográficos y económicos de un área se relacionan con la distribución de los crímenes de esa área, a partir de estudios realizados en los ambientes de riesgo o áreas criminológicas.
Dicho lo anterior, las teorías criminológicas y las explicaciones sobre la génesis del delito, permiten evidenciar los factores que inciden en el surgimiento de hechos criminosos derivados de la situación de vulnerabilidad en las poblaciones víctimas de desastres naturales. Se puede explicar desde las postulaciones de la Escuela de Chicago sobre los agentes que un desastre natural inserta en el ambiente para la comisión del delito, la anomia o desorden social ocasionado por el evento, pasando por el control social, la elección racional y la oportunidad o actividades rutinarias, entre otras.
En este punto cabe preguntarse lo que podría considerarse un acto criminal en un desastre natural y para ello a continuación se hace una propuesta de categorías de delito que se encuentran postfacto al desastre natural teniendo en cuenta las teorías e hipótesis mencionadas.
ATENCIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CRIMINALIDAD EN SITUACIONES DE DESASTRE DESDE LA FUERZA PÚBLICA
Es importante tener en cuenta que si no hay una intervención del Estado a tiempo y organizada en una situación de desastre, está omisión puede llevar a delitos cada vez más graves, pues se pasa de cometer los delitos por satisfacción de necesidades a cometer delitos por un fin en sí mismo; por lo tanto, es pertinente conocer las actividades y herramientas que han surgido desde la fuerza pública para la atención de los desastres naturales, teniendo en cuenta además del desastre, las consecuencias de este, en especial a la criminalidad presentada.
A nivel internacional, en el Mandato de Ginebra sobre Reducción de Desastres se puso de manifiesto la necesidad de generar políticas para el afrontamiento de los riesgos y reducción de los desastres. Así, surgió la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres EIRD, según la cual el término reducción de desastres comprende las medidas diseñadas y tomadas para reducir la severidad de los desastres ambientales y tecnológicos y el impacto adverso de los peligros naturales (ONU/ EIRD, 2001).
Se podría considerar que la reducción de desastres se incluye en la definición de seguridad humana planteada en el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 1994), donde se estipulan siete dimensiones como componentes de la seguridad, así: económico, alimentario, de salud, Medio Ambiental (agotamiento de recursos, contaminación, desastres naturales), seguridad personal, de la comunidad y política. Igualmente, en los ejes de atención incorporados en la seguridad humana, se puntualiza en las nuevas amenazas o amenazas no tradicionales5, ubicando el deterioro del medio ambiente y las catástrofes naturales como un factor de alerta ante las exigencias de la seguridad.
Wiharta, Ahmad, Haine, Löfgren y Randall (2008), en un estudio sobre la eficacia de los recursos militares extranjeros en respuesta a los desastres naturales, evidencian el apoyo brindado por las fuerzas militares en los desastres y el liderazgo en las acciones de carácter humanitario, pero también deficiencias en el cubrimiento de la seguridad sobre las zonas afectadas.
** Psicólogo, Magister Criminología y Victimología. Magister en Psicología Jurídica. Capitán de la Policía Nacional de Colombia. Jefe de Investigación Criminológica, Observatorio del Delito de la Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL. Bogotá. Colombia. Email: ervyn.norza@correo.policia.gov.co
*** Psicóloga, Especialista en psicología forense. Teniente Coronel de la Policía Nacional de Colombia. Jefe del Área de información y análisis criminal de la Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL. Bogotá. Colombia.
**** Abogado, Especialista en derecho penal, derecho administrativo. Mayor de la Policía Nacional de Colombia. Jefe del Observatorio del Delito de la Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL. Bogotá. Colombia.
***** Psicóloga, Departamento Psicólogia, de Universidad de la Sabana. Bogotá. Colombia.
****** Psicóloga, Departamento Psicólogia Universidad Católica. Bogotá. Colombia.