¿Podemos avanzar hacia una Criminología latinoamericana fundamentada en la evidencia?
I Congreso Iberoamericano de Criminología, Victimología, Política Criminológica y Política Victimológica, Perú, 2020
Prof. Juan Antonio Rodríguez, Ph.D.
Escuela de Criminología, Universidad de Los Andes
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4111-1666)
Resumen
Este breve documento resume las ideas principales desarrolladas en el I Congreso Iberoamericano de Criminología, Victimología, Política Criminológica y Política Victimológica organizado por la Asociación Peruana de Criminología entre los días 24 y 29 de agosto de 2020. Esta es una actividad muy especial, quizá inédita, que congregó a más de 30 expositores que, de alguna u otra manera, forman parte del desarrollo de la Criminología Iberoamericana. Por tal razón, resulta un espacio propicio para discutir una serie de ideas que contribuyan al fortalecimiento de la investigación científica relacionada con esta disciplina en la región.
Palabras clave: Criminología, Latinoamérica, investigación científica, delincuencia, control social
Introducción
En el contexto de esta ponencia, la evidencia no se corresponde con aquel elemento que juega un papel clave como medio probatorio en el ámbito judicial y forense. La evidencia en esta presentación hace referencia a la científica, esto es, aquel cuerpo acumulado de conocimiento (información, datos, resultados, hallazgos, etc.) obtenido sistemáticamente por medio de la investigación observacional o experimental, en otras palabras, mediante la investigación empírica. Una parte mayoritaria de la Criminología internacional (principalmente la denominada Criminología del Norte Global) crece en función de este tipo de investigación. Esta es una forma particular de búsqueda de la verdad, cuyo propósito fundamental es la producción de conocimiento científico sobre la conducta desviada y el control social. En este sentido, queda claro que la evidencia empírica abarca datos recopilados a través de la investigación o trabajo de campo. En las Ciencias Sociales, incluida la Criminología, la evidencia entendida en estos términos se ha sustentado en métodos de investigación que recopilan datos desde un enfoque de tipo cuantitativo y/o cualitativo (ver Tabla 1).
Tabla 1. Métodos cuantitativos y cualitativos de uso frecuente en Criminología
1. Meta-análisis
2. Ensayos controlados aleatorios
3. Estudios cuasi-experimentales
4. Encuestas (auto-informe y victimización)
5. Estudios cualitativos (entrevistas, grupos focales, observación participante, etc.)
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La investigación criminológica de tipo cuantitativa implica métodos para la recolección de datos numéricos que se analizan con el apoyo de la Estadística. En este contexto, los datos cuantitativos son cualquier tipo de información referida a medidas de fenómenos concretos que, en el caso de la Criminología, se relacionan con el delito y con el funcionamiento y estructuración del control social (formal e informal). Este tipo de investigación se desarrolla por medio de estudios observacionales y experimentales y los métodos y técnicas más usados en nuestra ciencia son las encuestas de victimización y de autoinforme, el análisis de estadísticas oficiales (policía, cárceles y tribunales) y, con una presencia cada vez mayor en la Criminología, los ensayos controlados aleatorios y los estudios cuasi-experimentales.
Por otra parte, la investigación cualitativa -con menos desarrollo- en la Criminología recopila y analiza datos que no están expresados en números. Mediante los métodos de observación cualitativos se captan e interpretan procesos y dinámicas (cognitivas, actitudinales, simbólicas, etc.) difíciles de estudiar con métodos cuantitativos. Fundamentalmente, estos datos permiten comprender e interpretar los fenómenos a partir de los significados que le damos a las cosas. En Criminología, los métodos cualitativos se basan en entrevistas a profundidad y semiestructuradas, grupos focales, estudios de casos, historias de vida, análisis del discurso, observación participante, etc.
Con base en estas formas sistemáticas de generar evidencia empírica, la Criminología a nivel mundial ha avanzado en la observación de la naturaleza y condiciones de sus dos objetivos claros de estudio, en la teorización vinculada a ellos y, además, en las estrategias de intervención (prevención y control) criminológica. Con respecto a esto último, en países donde el conocimiento criminológico ha apoyado los procesos técnicos de elaboración de políticas públicas de seguridad ciudadana, los resultados han sido bastante satisfactorios. Un ejemplo de esto es el Plan Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes en Colombia, cuya efectividad en la reducción y prevención de la violencia urbana y, en particular, del homicidio en algunas ciudades de ese país, ha sido evaluada mediante diseños experimentales ya de uso frecuente en la Criminología internacional (Sandoval y Marín, 2017).
La experiencia colombiana -y muchas otras a nivel mundial- deja claro que la intervención como acción destinada a evitar/controlar la manifestación de conductas delictivas y desviadas debe diseñarse considerando una serie de elementos como: el diagnóstico (cuantitativo y cualitativo) del fenómeno de intervención (p. ej., consumo de drogas en adolescentes, violencia hacia la mujer, concentración de delitos por zonas, tasas de homicidios o feminicidio, etc.), los objetivos de trabajo, la revisión de prácticas y programas previos basados en la evidencia, el diseño e implementación de la intervención criminológica, la estimación de los costos-beneficios y la respectiva evaluación del proyecto de intervención. Dentro de esta lógica es fundamental el rol que juega la evidencia científica en el proceso de diseño, aplicación y evaluación de cualquier programa, plan o política criminológica. Si hay algo suficientemente comprobado en la literatura es que las políticas y, en especial, las políticas públicas de seguridad ciudadana son en muchas ocasiones orientadas por el sentido común y, ante esto, la evidencia científica (datos, observaciones, hallazgos, etc.) debe ser crucial en toda decisión dirigida a la acción.
Desarrollo
Tomando en cuenta el significado de la “evidencia” en el marco de esta exposición y, más importante aún, quedando clara su trascendencia en el proceso de producción de información científica sobre el delito y el control social, cabría preguntarse si ¿hay algún sector de la Criminología latinoamericana que está comprometido con este enfoque científico de
construcción y aplicación de conocimiento soportado en la evidencia? y, más importante aún, ¿se puede organizar una Criminología en la región que promueva y desarrolle la investigación empírica soportada en métodos sistemáticos de recolección de datos?
Con referencia a la primera pregunta algunos autores (p. ej. Gabaldón, 2010) sostienen que la Criminología Latinoamericana adquiere autonomía respecto al Derecho Penal o la Medicina en la década de 1970. Desde ese momento, esta ciencia ha tenido una fuerte influencia de la Criminología Crítica, encargada especialmente de moralizar el funcionamiento de un orden social que considera injusto, opresivo y, en consecuencia, importante para dar cuenta del problema delictivo en la región (Gabaldón, 2010). Además, de los dos objetos claros de estudio (conducta delictiva y control social), la Criminología latinoamericana ha dado mayor importancia al estudio de la reacción o control social del delito. Ante este panorama ¿cuál ha sido el rol jugado por la investigación científica -enfocada en la obtención de evidencia empírica en la construcción teórica o en el diseño, implementación y evaluación de programas de intervención en esta región? La respuesta sería la de un rol poco protagónico. Los datos o hallazgos derivados de la investigación científica no han tenido tanta presencia en nuestra Criminología (Latinoamericana) en comparación con la desarrollada en Norteamérica o en Europa Occidental. Sin embargo, el panorama no es tan sombrío en nuestro entorno. Por ejemplo, y sin ningún ánimo de exhaustividad, algunos investigadores han hecho de los métodos de investigación empírica -y la evidencia derivada de ellos- la base de estudios sobre el miedo al delito en México, Chile y Costa Rica (p. ej. Dammert y Luneke, 2002; García-Castro y Pérez, 2018; Vilalta, 2010), la violencia escolar en Colombia (Gómez y Chaux, 2014), los factores asociados a la conducta antisocial juvenil en Argentina, Perú, Uruguay y Venezuela (Bobbio, Arbach y Redondo, 2020; Morales, da Agra, y Matsuno, 2019; Rodríguez, 2010, 2011, 2012, 2016; Sánchez de Ribera et al., 2019), el homicidio en Brasil y Venezuela (Antillano y Ávila, 2017; Ribeiro y Cano, 2016), el enfoque situacional del delito en Venezuela (Lafree y Birkbeck, 1988), las bandas en casi toda Centroamérica (Cruz, 2010) o el control social formal (policía, tribunales y cárceles) en Argentina y Venezuela (Sozzo, 2007; Gabaldón, 1998).
La escasa producción de evidencia empírica con interés criminológico en esta parte del continente puede tener muchas razones históricas, culturales, institucionales y académicas. A la situación particular de la Criminología en Latinoamérica se le suma el hecho de que la misma ha sido cultivada en su mayoría por juristas (penalistas) con una formación epistemológica y metodológica particular que los separa del diseño y ejecución de un estándar de investigación (cuantitativa y cualitativa) que conduzca a la obtención de hallazgos empíricos. Ante este panorama ¿podemos avanzar hacia una Criminología latinoamericana fundamentada en la evidencia empírica? La respuesta indudablemente es sí, pero para ello sería necesario avanzar en los aspectos siguientes:
- El diseño y actualización de planes de estudio de Criminología (tanto a nivel de pregrado como de postgrado) que incluyan contenidos relacionados con epistemología y metodología de la investigación cuantitativa y cualitativa.
- La creación y sostenimiento de más grupos de investigación científica.
- La promoción de la investigación empírica mediante revistas especializadas en Criminología.
- La conformación y participación en redes de investigadores dentro y fuera de Latinoamérica.
- El consenso en temas, perspectivas, agendas y proyectos (comunes y específicos) de investigación criminológica para Latinoamérica.
- La organización de congresos, seminarios, talleres, etc. donde se discutan los avances de la investigación empírica en la región.
- Las alianzas Criminología científica-gobiernos.
Conclusión
La Criminología latinoamericana ha estado fuertemente influenciada por la Criminología Crítica. Además, hay en el actual pensamiento colectivo criminológico cierta actitud de reserva hacia la corriente positivista que irrumpió a finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX. A lo anterior se le suma una atención casi absoluta al análisis (sistemático o no) del funcionamiento y estructura del control social -especialmente del formal-, en detrimento del otro objeto de estudio de la Criminología, es decir, del estudio de las causas de la desviación. Dentro de este panorama, la investigación criminológica soportada en la evidencia empírica es minoritaria en Latinoamérica, aun cuando hay métodos de investigación científica (encuestas de autoinforme y victimización, entrevistas, grupos focales, métodos experimentales, etc.) bien consolidados en el conjunto de las Ciencias Sociales y que han sido aplicados -no con tanta frecuencia- en nuestro contexto. Ejecutando medidas (académicas, políticas, técnicas, gerenciales, etc.) muy precisas, es prometedor el futuro de este tipo de ejercicio de construcción de conocimiento criminológico en esta parte del continente respetando, desde luego, nuestras especificidades históricas, políticas, económicas, sociales y culturales que nos identifican y definen como región.
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