Jóvenes infractores: un problema social que es abordado desde el ámbito penal
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Entre los múltiples factores de vulnerabilidad que caracterizan a
la población que nutre los dispositivos del sistema penal podemos mencionar el haber crecido en familias altamente disfuncionales con presencia de miembros en conflicto con la ley penal
y el consumo problemático de sustancias. En estos contextos,
la carencia de recursos es tanto material como simbólica, lo
que expone a niños y adolescentes a situaciones profundamente
deteriorantes y que aumentan su vulnerabilidad psicosocial. Las
escasas oportunidades de realización personal y de participación ciudadana, y la imposibilidad de acceder a espacios sociales basados tanto en relaciones primarias tales como la familia
y el barrio, como en relaciones secundarias como la escuela, el
trabajo o la comunidad, inciden notoriamente en las conductas
desviadas (Garrido Genovés y Redondo Illescas, 1997).
Para trabajar en esta temática es importante abordarla en toda
su dimensión como un problema social que desencadena en
jóvenes infringiendo la ley, a causa de múltiples determinantes,
atravesamientos, causas y motivos. Es fundamental el diseño de
políticas públicas que avancen sobre las diversas causas que
configuran la vulnerabilidad de esta población, para desarrollar
oportunidades, proyectos, modelos identificatorios y mejorar su
calidad de vida.
Cuando se trata de jóvenes que se encuentran en conflicto con
la ley, es imprescindible el trabajo con ellos a partir de políticas
y programas distintos a la medida de encierro ya que abunda
la literatura que describe el deterioro que ella provoca. El no
llegar a privar de libertad a un joven es un acto de confianza
en él, y una verdadera oportunidad que muchos jóvenes valoran y aprovechan (Marchiori, 1990). Las medidas diferentes al
encierro constituyen una verdadera alternativa de trabajo en libertad, y su pronóstico de éxito siempre es mayor para quienes
no hayan llegado a ingresar al sistema de privación de libertad.
Constituye una gran paradoja el querer formar sujetos para un
ejercicio responsable de su libertad, privándolos de la misma:
suena más coherente cuando se argumenta tal medida como un
simple castigo. Pero si lo que se intenta es rehabilitar, reinsertar
y resocializar, lo único capaz de preparar al ser humano para
la vida en sociedad es el ejercicio pleno y responsable de la
libertad, respetando su condición de sujeto de derechos,
la población que nutre los dispositivos del sistema penal podemos mencionar el haber crecido en familias altamente disfuncionales con presencia de miembros en conflicto con la ley penal
y el consumo problemático de sustancias. En estos contextos,
la carencia de recursos es tanto material como simbólica, lo
que expone a niños y adolescentes a situaciones profundamente
deteriorantes y que aumentan su vulnerabilidad psicosocial. Las
escasas oportunidades de realización personal y de participación ciudadana, y la imposibilidad de acceder a espacios sociales basados tanto en relaciones primarias tales como la familia
y el barrio, como en relaciones secundarias como la escuela, el
trabajo o la comunidad, inciden notoriamente en las conductas
desviadas (Garrido Genovés y Redondo Illescas, 1997).
Para trabajar en esta temática es importante abordarla en toda
su dimensión como un problema social que desencadena en
jóvenes infringiendo la ley, a causa de múltiples determinantes,
atravesamientos, causas y motivos. Es fundamental el diseño de
políticas públicas que avancen sobre las diversas causas que
configuran la vulnerabilidad de esta población, para desarrollar
oportunidades, proyectos, modelos identificatorios y mejorar su
calidad de vida.
Cuando se trata de jóvenes que se encuentran en conflicto con
la ley, es imprescindible el trabajo con ellos a partir de políticas
y programas distintos a la medida de encierro ya que abunda
la literatura que describe el deterioro que ella provoca. El no
llegar a privar de libertad a un joven es un acto de confianza
en él, y una verdadera oportunidad que muchos jóvenes valoran y aprovechan (Marchiori, 1990). Las medidas diferentes al
encierro constituyen una verdadera alternativa de trabajo en libertad, y su pronóstico de éxito siempre es mayor para quienes
no hayan llegado a ingresar al sistema de privación de libertad.
Constituye una gran paradoja el querer formar sujetos para un
ejercicio responsable de su libertad, privándolos de la misma:
suena más coherente cuando se argumenta tal medida como un
simple castigo. Pero si lo que se intenta es rehabilitar, reinsertar
y resocializar, lo único capaz de preparar al ser humano para
la vida en sociedad es el ejercicio pleno y responsable de la
libertad, respetando su condición de sujeto de derechos,