Carlota Jauregui y Laura Vozmediano
Universidad del País Vasco / University of the Basque Country
El miedo al delito es una respuesta emocional ante los
estímulos que ofrece el entorno. La forma en la que se procesan estos estímulos y se
perciben es subjetiva y está influenciada por características personales, sociales y
ambientales, así como: la vulnerabilidad –real o percibida-, la victimización – directa,
indirecta o la percepción de riesgo de victimización- y la perspectiva ecológica o
ambiental – la influencia del entorno social y físico en cómo se percibe el estímulo-.
También por procesos de socialización y por la educación diferencia por género. La
percepción del estímulo como amenazante y el consecuente miedo al delito puede
acarrear consecuencias a nivel individual – aislamiento, evitación, etc.- y comunitario – pérdida del sentimiento de comunidad, disminución de la vigilancia natural, etc., que
merman la calidad de vida de las personas.
El género es uno de los predictores más importantes del miedo al delito; la literatura,
hasta la actualidad, ha establecido que las mujeres son el grupo que más miedo al delito
sufre, ya sea por la percepción de vulnerabilidad, por las experiencias previas de
victimización, por la percepción de riesgo de victimización personal– sobre todo a
agresiones sexuales- o incluso familiar –victimización a hijos e hijas- y por el hecho de
que el entorno físico y social no ofrezca un entorno seguro –o percibido como tal- para
las mujeres, es decir, porque el diseño de los espacios urbanos no esté diseñado para tal
objetivo.
Este miedo al delito tiene consecuencias graves en la vida de las mujeres, dado que,
debido a las conductas de autoprotección que éstas realizan, restringen sus
comportamientos y limitan la libertad de movimientos, deteriorando su calidad de vida y
su bienestar.
Por lo tanto, consideramos primordial reivindicar, y llevar a cabo trabajos empíricos,
desde una perspectiva centrada en el contexto, aprovechando las oportunidades que
ofrecen nuevas herramientas basadas en las TICs y en la colaboración colectiva, para
profundizar en estos miedos como experiencias dependientes del contexto, y comprender
en qué escenarios y situaciones se producen, y por qué ocurren.
Analizando los escenarios
percibidos como seguros, así como los elicitadores de miedo, se podrán realizar
propuestas para la prevención del miedo en lugares que objetivamente no sean peligrosos,
pero sí susciten temor.
Mediante la utilización de este tipo de herramientas, recogiendo datos en contexto y
en tiempo real, se podrá obtener una información más detallada del miedo de las mujeres
como una experiencia dependiente del contexto, siendo una perspectiva en la que la
investigación ha sido muy reducida.
Consideramos además que una comprensión más profunda del miedo al delito
experimentado por las mujeres, contextualizando los lugares y las situaciones en los que
se produce, nos ayudaría a proponer mejoras en el diseño de nuestras ciudades y las
dinámicas de nuestras comunidades, que a su vez contribuirían a generar espacios
públicos más sostenibles (Cozens, 2002). Por tanto, esta línea de trabajo se enmarca en
los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Así,
este proyecto contribuiría a los objetivos 5 (igualdad de género), 11 (ciudades y
comunidades sostenibles) y 16 (paz, justicia e instituciones sólidas). Medidas que pueden
contribuir al diseño de espacios públicos urbanos más amigables, más atractivos y
disfrutables por todos los colectivos de la ciudadanía, contribuyendo a un modelo de
ciudad en el que la ciudadanía pueda moverse y tomar decisiones de forma libre, sin
temores, lo que redundará en una mejora de la calidad de vida y el bienestar.
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