Claudia Hernández Asensio
Todo ser humano debe gozar de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución. No olvides que cuando ingresas a la cárcel, pierdes el derecho más importante de todos, el derecho a la libertad. Lo más preciado para el ser humano está restringido. La institución de la prisión integra un espacio de relaciones sociales en el que la organización impone formas de vida, creando una sociedad paralela que establece sus propias normas. Pero no por eso, deben separarse de los valores que inspiran la convivencia del resto de la sociedad. La mediación penitenciaria es una oportunidad, una oportunidad para que el preso resuelva o maneje libremente sus propios conflictos, para dignificar su situación.
Un nuevo modelo de justicia, diferente a los demás procedimientos, en el que los responsables asumen el papel de protagonistas y se someten a un proceso de diálogo. Es un proceso en el que prima la responsabilidad y reparación del daño causado, como hemos visto, ofrece a los internos una transformación y aprendizaje en la resolución y manejo de los conflictos que atraviesan y pasarán en el futuro. . En relación a la institución, también representa una oportunidad, una oportunidad para poner en práctica un modelo de justicia restaurativa que brinde una solución a las deficiencias que sufre y reconoce. Pero, es necesario el apoyo del poder público, para lo cual el tema carcelario es invisible por el momento; invisible también para el resto de los llamados grupos de presión (no hay noticias en prensa, radio, o si las hay, solo en sentido negativo).
Para implementar el sistema es necesario dotar a la Administración Penitenciaria de herramientas y recursos. De ser así, daría lugar a un nuevo modelo de justicia, un modelo no solo más justo, sino también más rentable, ya que, como se puede ver en las prácticas penitenciarias, hay menos recurrencia en las personas que se han sometido a un procedimiento de mediación. . . Tendría una mejor convivencia dentro de los muros (se ha demostrado que favorece las buenas relaciones futuras), lo que unido a la formación de los internos en estas prácticas representaría un beneficio para el preso en su ámbito personal, más alineado con el principio de justicia restaurativa que incluye la reintegración. Los conflictos no siempre son malos, ya que aprender a lidiar con ellos fortalece las relaciones duraderas. La transformación en la forma de resolver conflictos en un mundo tan complejo como la cárcel, redundaría en una mejor convivencia.
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